El bambú es una planta originaria de la India, con unas características muy peculiares y un proceso vital extraordinario.

Como cualquier semilla, una vez se siembra el bambú, requiere de un buen cuidado, un buen abono y un riego regular. Lo curioso es que requiere de un cuidado constante, y durante días, meses y años no consigues ver resultados.

Aparentemente la semilla no crece, y esto en ocasiones es lo que nos hace desesperarnos, ya que no obtenemos los resultados esperados y deseados a pesar de nuestros esfuerzos y nuestro trabajo. Incluso, puede que en algún momento sintamos que algo no está funcionando, que quizás estamos haciendo algo mal o que la semilla sea infértil.

Sin embargo, es a partir del séptimo año cuando el bambú comienza a brotar, y en un breve período de apenas seis semanas puede alcanzar varios metros de altura. Y te preguntas ¿ha tardado sólo seis semanas en crecer?, y la respuesta es no, porque lo cierto es que ese bambú tardó siete años y seis semanas en desarrollarse.

Durante ese aparente largo período de tiempo, el bambú fue madurando y desarrollando las raíces que mas tarde serían capaces de sostener el crecimiento de la planta.  

De la misma manera, en muchas ocasiones ponemos todo nuestro esfuerzo y voluntad en conseguir éxito en nuestros proyectos y en nuestra vida, sin tener en cuenta que el verdadero triunfo es el fruto de la constancia, la confianza en nosotros mismos y el desarrollo interior que nos permitan sostener ese éxito una vez lo alcancemos.

A veces pensamos que a pesar de todo no avanzamos, pensamos que nada está sucediendo, que no hay resultados y que las cosas no salen como esperamos y merecemos. Nos frustramos, nos desanimamos y sentimos ganas de tirar la toalla, de dejar de creer y de luchar.

Sin embargo, en ese proceso estamos madurando, aprendiendo, creciendo y haciéndonos más fuertes. En realidad estamos abonando y cuidando esas raíces que nos permitirán aflorar el verdadero y extraordinario ser que todos llevamos dentro.