Una creencia es una afirmación contundente acerca de algún aspecto de la realidad. Se caracteriza por la mezcla de dos ingredientes inseparables: una idea y un sentimiento de certeza que la acompaña. Desprovista de ese sentimiento específico la idea es tan sólo una opinión. Y una opinión no ofrece resistencia al cambio, cosa que sí ocurre con las creencias.

Las creencias las podemos definir como los juicios y evaluaciones que hacemos del mundo, sobre lo que nos rodea, sobre nosotros mismos y los demás. Son principios de acción sobre los que actuamos, como si fueran ciertos.

“No os creáis nada. No importa dónde lo leáis, o quién lo haya dicho, aunque lo haya dicho yo, a menos que concuerde con vuestra propia razón y vuestro sentido común“. Esto determinará en buena medida, como será nuestra satisfacción futura, el tipo de personas que nos acompañarán, los lugares en los que estaremos y casi todo lo que engloba nuestra vida.

Buda

Cuanto mayor impacto emocional y referencias añadimos a una creencia, mayor es la base y cimentación de la misma. Si deseamos generar cambios perdurables y consistentes en nuestras conductas, necesitamos cambiar las creencias que los están sosteniendo.

Nuestras creencias afectan todo nuestro ser. Una vez aceptada una creencia, se transforma en una orden incuestionable para nuestro cerebro. “Somos aquello en lo que creemos”.

Por lo tanto, nuestras creencias nos pueden potenciar en nuestro crecimiento y desarrollo personal o nos pueden limitar. Si decimos que el “mapa no es el territorio”, lo que hace que mi mapa no sea el territorio en gran parte son las creencias, y nuestras creencias se reflejan en nuestros comportamientos y actitudes ante la vida y formas de ver el mundo. Ya que con ellas configuro mi vida.

Uno de los más grandes impedimentos que alguien puede tener para cambiar, es soltarse de las creencias que le están limitando y que lo mantienen estancado, impidiéndole conseguir oportunidades y posibilidades nuevas.

Las creencias limitantes generan conductas rígidas. Si logramos identificar las creencias que las sustentan podremos preguntarnos:

¿De dónde proviene esta creencia?
¿Es aprendida de algo que haya experimentado?
¿Es algo que considero una verdad absoluta?

Compare el momento en que incorporó esta creencia con el aquí y ahora, piense si sigue siendo importante o lo limita. Estas preguntas puede llevarlas a todas las áreas de su vida. Cree que puede cambiar, que tiene los recursos, otras opciones. El sólo hecho de creer que se puede, marca la diferencia.

Las creencias están muy arraigadas en la personas y por lo tanto, es importante tener en cuenta que una creencia solo se debe de cambiar por otra más posibilitadora para la persona.

La eliminación de una creencia deja a la persona ante un vacío, un lugar en el que no tiene nada a lo que agarrarse, provocando seguramente una crisis personal después de esto. Para ello es importante valorar a la creencia limitante antes de sustituirla, ya que ha tenido una función importante, mantener a la persona estable y segura con su vida.

Asimismo para cambiar la tendencia hay que cambiar el sistema de creencias y empezar a grabar nuevas evidencias de forma que la creencia potenciadora crecerá y la limitante se debilitará.

Siendo así, un proceso de cambio de creencias podría tener los siguientes pasos:

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